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La participación de los ciudadanos en

la gestión y la evaluación del sistema

La participación ciudadana en la formación, gestión y vigilancia de las políticas públicas en salud es muy limitada y diversa. De un lado están las tradicionales iniciativas de participación social en salud, básicamente rurales o urbano populares (de abajo hacia arriba), y de otro, las experiencias institucionales surgidas desde alguna entidad estatal ante la necesidad de implementar políticas públicas que promuevan la participación ciudadana o la protección de los derechos de los usuarios (de arriba hacia abajo).

La participación social está poco institucion alizada, es dispersa y fragmentada, usualmente alentada por organizaciones no gubernamentales o iglesias, preferentemente la Iglesia católica, es el caso de las asociaciones de agentes comunitarios de salud (Apromsa), los comités de desarrollo comunal (Codeco), entre otras.

A la par, el mundo citadino ha logrado conformar algunas iniciativas de mayor representación y capacidad de incidencia política entre las que destaca Foro Salud, organización no gubernamental que articula el interés de participación en la formación y la vigilancia de la política de salud de diferentes colectivos sociales y muestra permanente iniciativa y presencia nacional. Se han organizado también grupos de pacientes aquejados de daños que por su naturaleza tienen gran impacto sanitario y social, como son los grupos de pacientes con tuberculosis o con enfermedad por VIH/ sida, entre otros.86 Adicionalmente, existe una gran variedad de organizaciones sociales que realizan actividades en pro de la salud, sin embargo, rara vez logran incidir en políticas de salud.

Entre las experiencias institucionales surgidas desde instancias oficiales sobresalen los comités locales de administración de salud (CLAS). Pese a que surgieron hace más de 20 años no han logrado masificarse como modalidad de cogestión social de los establecimientos de salud del primer nivel de atención. En 2007 se promulgó la ley que formalizó su funcionamiento. En términos generales, se estima que no más de un tercio de los establecimientos de salud de menor complejidad son gestionados bajo esta modalidad, aunque su distribución a nivel nacional es notoriamente diferenciada.

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