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La participación de las universidades y los colegios profesionales

La relación entre el Minsa, las universidades, los colegios profes ionales y las organizaciones sociales de base, salvo excepciones, se limita a lo establecido en la normatividad. Probablemente, la experiencia más constante e institucional de participación de estos actores sea su presencia en los consejos de salud. No obstante, sus aportes son limitados y antes que coordinar políticas y estrategias sectoriales, en el intento por atenuar la segmentación y la fragmentación del sistema, ponen por delante intereses o reivindicaciones particulares; situación que cuestiona y debilita el rol de los consejos de salud como instancias de gobernanza del sistema.[1] Cabe resaltar la participación de las universidades y los colegios profesionales en los consejos que regulan la formación de especialistas en el campo de la salud, de los cuales el de mayor trayectoria es el Comité Nacional de Residentado Médico (Conareme).

 

Las actas del Consejo Nacional de Salud corroboran esta afirmación.

De otra parte, el Colegio Médico del Perú (CMP), según la ley de su creación, está llamado a “propender la mejora de la salud individual y colectiva” y a constituirse en organismo cooperante de los poderes públicos en la defensa de la salud. Es necesario recordar que el CMP, a la par que demás colegios profesionales, tiene derecho constitucional a iniciativa legislativa en “materias que le son propias”. Sin embargo, esta atribución se ejerce rara e ineficazmente, pese a que bien podría canalizar importantes propuestas en favor de la salud de la población.

Finalmente, con la creación del Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa (Sineace), en 2006, los colegios profesionales asumieron el compromiso de certificar las competencias de sus colegiados.88 Sin embargo, las perspectivas para el desarrollo de este proceso no parecen ser muy auspiciosas

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